OPINION
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Sangre de mártires
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Eduardo Bajo A
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Se celebra estos días el centenario del Seminario de León. Unas instalaciones pensadas para alojar multitud de párvulos, retóricos, teólogos, tutores, fámulos y profesores a las afueras de León, lejos del mundanal ruido y de las tentaciones que este viejo pueblón podía ofrecer hace cuatro siglos. Algo debe de haber fallado para que unas instalaciones de tanto esplendor hayan llegado a ser, en la actualidad, un caserón vacío, en franco deterioro y escaso aprovechamiento ante la crisis de vocaciones.Hablando de crisis en el sector, recuerdo que no hace demasiado tiempo salió a la luz la espantada de los seminaristas –no recuerdo bien el motivo- de Astorga: una docena de chavales apenas que, pasado el calentón, volvieron al redil. Igualmente vacíos el de la Virgen del Camino, La Bañeza o de Valderas, que ha sido aprovechado en parte para uso público como biblioteca.Como los ojeadores que visitan los campos de fútbol africanos o argentinos, en busca de promesas, recorrían aquellos curas las estepas buscando los chavales más avispados de la diócesis para enviarlos –con la complacencia de unos padres que tenían una boca menos que alimentar- al seminario.
Fue tal el apogeo que el fenómeno dejó huella en la toponimia leonesa. Pueblos como Huerga de Frailes, Curillas de Cepeda, Villaobispo –dos en la provincia- o de la Obispalía, por ejemplo. Es innegable que la cuestión de las vocaciones iba íntimamente ligada al hambre y la falta de recursos de la tierra. Al pie de las Escrituras, "muchos eran los llamados y pocos los escogidos". De aquellos llamados que no llegaron a término o que, siendo ya del oficio, colgaron el hábito y se casaron, están llenas las escuelas públicas, los institutos de secundaria y la propia Universidad de Léon. Unos profesores que, habiendo cursado Teología, se reciclaron para todo tipo de disciplinas, catapultados desde el obispado como los actuales profesores de religión.
La Filosofía era la de Santo Tomás de Aquino que había domesticado a Platón y la Historia la de la Iglesia, las herejías los cismas y las dificultades para sojuzgar el poder civil. Haciendo memoria, me viene a la mente uno de aquellos polemistas que por hablar tanto de lo divino y lo humano ha pasado a la historia y al léxico común de los medios de comunicación. Hablo, evidentemente, de Tertuliano, que ha dado lugar a la palabra tertulia, contertulio o tertuliano, sin más. Defendió y "razonó" algo tan difícil de explicar como la teoría de la Santísima Trinidad –dios es uno y trino- pero una de sus frases más famosas fue aquella de "sangre de mártires, semilla de cristianos" refiriéndose a las masacres de cristianos que eran acusados de quemar Roma, de constituir una sociedad secreta con sus zulos –las catacumbas- y negarse a servir a la autoridad civil –como San Marcelo, sin ir más lejos-. Vamos, que eran poco menos que acusados de terroristas por el Imperio.
Volviendo a la actualidad, aplicando el aforismo de Tertuliano, me pregunto si cabe hacer de la muerte de De Juana Chaos -18 años a la sombra- un mártir para los 30.000 acólitos del nacionalismo radical. Los obispos que apoyan las manifestaciones del PP deberían saberlo.
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