OPINION
digo de Mario
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Juan García Campal
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Juan García Campal
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Me niego a entregar a los adictos al cabreo mí sentido del humor. Del buen humor, quiero decir, que es grande, sólo tengo uno y me salió libre. El lapsus que figura en el título, y que no fue otra cosa, seguramente se debe al continuo y contundente hablar de este hombre. Mas no seré yo quien, andando Mariano en plena fase política orgásmica con su manifestación tan "hermosa, bonita y alegre" que hizo del sábado, de algunas horas, "uno de los días más bonitos de mi vida" -la suya de él, don Mariano-, no seré yo, repito, quien le amargué esos culminantes momentos. Aunque me pregunto, porque no lo sé, si es que habrá vivido poco, si no vivió en este país, o si estaría -en bastantes y más importantes momentos de nuestra historia reciente (verbi gratia y por no comparar, el 27 de febrero de 1981, en defensa de la libertad y la Constitución)- preparando oposiciones, como hacia su principal ideólogo S.E. -Aznar, por supuesto- durante la transición democrática...
Los puntos suspensivos están porque cantaba en la radio La Lupe su inigualable "teatro, la vida es puro teatro" y me encanta que me lo recuerden.
La única duda que tengo es: ¿cómo siendo, como dicen, la cosa orgásmica buena para el asunto del riego sanguíneo y la memoria, tema del que uno nada sabe -del riego y la memoria, digo-, cómo, insisto, a este hombre se le habrán olvidado algunas víctimas del terrorismo en su encendida y patriótica soflama? Sería un, otro, lapsus. No obstante, y sin ironía, bienvenido sea Mariano, y resto de multitud, al mundo de los pancarteros, sector derecha inquieta y crispada, y no, por fortuna, al "progreta trasnochado".
Abandono el personal lapsus y me entrego a la defensa escrita de Mario Amilivia. Ya una vez dije que era el mejor alcalde que había tenido León; de los de derechas, claro. Al cansancio acumulado en la lucha interna por repetir su candidatura, se le han sumado ahora una serie de traspiés de los que me creo obligado a defenderlo. Llevan años diciéndole que tiene que ser más populista, menos serio, en el sentido de "grave, sentado y compuesto en sus acciones y modos de proceder", que dice el mataburros; va él, y animoso se apunta al popular pasodoble -marcha a cuyo compás puede la tropa llevar el paso ordinario-, y que tampoco, que ni tanto ni tan calvo. ¡Hombre!, me lo tienen ustedes en un sin vivir. Para colmo, permiten sus asesores que lo fotografíen (foto de Jesús, en el Diario de León del pasado día 3) sujetando una bandera nacional con el símbolo constitucional, en vez de centrado, como es de ley, basculado para la derecha y, para más inri, con una bandera franquista, la del pájaro, detrás. ¿A ver qué pasa con esos asesores de imagen, eh? En estas fechas no hay dedicación exclusiva, ¡hay dedicación exhaustiva!, ¿o qué? ¿A ver si hay doble moral también en los alrededores de don Mario? Es que son ustedes incorregibles. Con lo mucho que tendría que aprender de él tanto responsable institucional. Que ahí lo tienen. Cumplido el programa electoral, careciendo la ciudad y sus habitantes -cualquiera pone lo de ciudadanos- de necesidad alguna, va él, don Mario, y tiene por fin un gesto con los empleados del consistorio. Les instala los chismes de fomentar la vida sana, que son guays porque te puedes pegar la carrera mañanera, footing en políglota, directamente de casa al cafelito, y de ahí a la ofi; pitillito en el permite, baño o WC, en viajado, y ducha de gratis que te crió... y todavía hay quien también se lo critica. ¡Ah! ¿Que no tienen rociadores? Que sólo alarma. ¡Va! Todo a medias. Y eso que, casi mejor así, porque mire que si me da por colarme en la consistorial y acabo en el escusado con Saurina y en ropa mojada. ¿A ver cómo lo explicábamos? Porque lo del consenso humo-rístico no se lo iba a creer nadie. Para mi que es todo pura estrategia. Así, con el revolver de cajones que, dicen, ha decretado don Mario, cada vez que haya un concejal quemado, bien de la oposición, bien de los que trás-fuga gobiernan con él, saltará la alarma y su gabinete podrá hacer estimaciones de impacto y/o voto. A alguno le parecerá todo esto poco serio, pero si hasta aguantamos la dictadura con, entre otras cosas, los chistes sobre el señor de las pesetas, el de por la g. de Dios, cómo no voy a ponerle algo de humor a tanto enfado con vocación de contagio. Además, para mí, como dijo Mark Twain: "el humor es una gran cosa. En el minuto que sale a flote, todas nuestras asperezas, todos nuestros resentimientos e irritaciones vuelan lejos y un espíritu soleado asume su lugar". Tómese buena nota.
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Juan García Campal
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