EL TOPO
Pues no sucede nada nuevo, hay un topo que recorre, urde, conspira y se aprovecha de su esbelta y atrevida figura, para cada cierto tiempo recuperar protagonismo. Y quien se esconde bajo la figura etérea de este topo, o no tan etérea, pues tras la puerta del pórtico occidental se esconde uno de sus viejos disfraces. Pues ni nada más, ni nada menos que su propiedad, la de la firme y segura catedral de León.
Y digo esto y no es casualidad porque la historia de este templo nos da la razón. ¿Cuantas veces en los últimos añoos, la propiedad se ha ocupado de la limpieza de sus canales de agua, de sellar las fisuras del tiempo. Para esto se necesita voluntad, una persona que con cariñoo recorra y sea capaz de prevenir las cicatrices del tiempo. Que quiero decir con estas palabras: falta conservación permanente, falta compromiso de la propiedad con su templo. Cuando la sociedad impulsó la campañaa "Salvemos la Catedral", o el taller permanente desde el centro de oficios, la propiedad se encargó de fulminarlo con el tiempo.
Le quitaba el protagonismo de las grandes obras. Pues que siga así, que no dispongan ni del precio de una entrada al museo para comprar un saquito de cal para sellar una grieta, la catedral es de todos, pero ordenan su disfrute unos pocos disfrazados de topos.
Como conclusión, las administraciones también deben de implicarse en los grandes proyectos de restauración permanente, impulsar la puesta en valor del monumento, todas sin excepción, pero ojo la responsabilidad de velar por el simple mantenimiento, quitar una rama que dificulta una vía de salida de agua de una cubierta alta, que puede acelerar una perdida irreparable, es del que no se preocupa principalmente de retirar esa rama o no somos LA PROPIEDAD
Y digo esto y no es casualidad porque la historia de este templo nos da la razón. ¿Cuantas veces en los últimos añoos, la propiedad se ha ocupado de la limpieza de sus canales de agua, de sellar las fisuras del tiempo. Para esto se necesita voluntad, una persona que con cariñoo recorra y sea capaz de prevenir las cicatrices del tiempo. Que quiero decir con estas palabras: falta conservación permanente, falta compromiso de la propiedad con su templo. Cuando la sociedad impulsó la campañaa "Salvemos la Catedral", o el taller permanente desde el centro de oficios, la propiedad se encargó de fulminarlo con el tiempo.
Le quitaba el protagonismo de las grandes obras. Pues que siga así, que no dispongan ni del precio de una entrada al museo para comprar un saquito de cal para sellar una grieta, la catedral es de todos, pero ordenan su disfrute unos pocos disfrazados de topos.
Como conclusión, las administraciones también deben de implicarse en los grandes proyectos de restauración permanente, impulsar la puesta en valor del monumento, todas sin excepción, pero ojo la responsabilidad de velar por el simple mantenimiento, quitar una rama que dificulta una vía de salida de agua de una cubierta alta, que puede acelerar una perdida irreparable, es del que no se preocupa principalmente de retirar esa rama o no somos LA PROPIEDAD
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