miércoles, 17 de enero de 2007

OPINION

POLITICA ESCATOLOGICA
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Eduardo Bajo A.
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Una vez más un atentado terrorista ha puesto fin a una tentativa de acuerdo para que la paz pueda abrirse camino en nuestro país. Y es que, después de tantos años de sufrimiento, la esperanza acaba convirtiéndose en una necesidad. Una esperanza que ha sido reavivada por el equívoco espejismo de una Irlanda -que ya quisiera para sí la autonomía de Euskadi- pacificada y con el IRA en la reserva. Pero ni Jerry Adams es Otegi, ni los pistoleros del Ira los terroristas de ETA, ni el Presidente del Gobierno la reina de Inglaterra. A pesar de lo cual los deseos de paz nos han hecho rehenes de unas ilusiones vanas que no nos han llevado a ningún camino. O, mejor dicho, a un camino ya andado por donde en su día caminaron todos los presidentes de la Democracia, desde Adolfo Suárez a Rodríguez Zapatero, pasando –sí, también- por Aznar.
Sorprende pues tanto cinismo, tanta ira, tanto reproche y discurso escatológico por parte del Jefe de la Oposición en el Congreso cuando el Presidente lamenta el atentado, pide perdón por pecar de iluso –lo cortés no quita lo valiente- y corrobora su postura de no negociar presionado por la violencia o chantaje.
Pero ¿no quedábamos, Señor Rajoy, en que Navarra vivía sus últimas horas dentro del Estado español? ¿No nos dijeron que las cárceles se vaciarían de presos etarras? ¿Que De Juana Chaos, tenía ya los pies en la calle? ¿Que España se desmembraba? y otras tantas supuestas concesiones pregonadas desde la Oposición que no han resultado ciertas. Sin embargo, a pesar de tanta alarma, me da la impresión de que el convicto de Juana va a disponer de unos cuantos años para atiborrarse de mortadela cada vez que inicie –ocasiones no han de faltarle- una huelga de hambre.
Pero, pese a las insidias, no ha habido tal y el reciente atentado habría sido el último de una larga serie y no el que ha servido para desmentir a los agoreros del PP que proclamaban tantas catástrofes imputables al gobierno del PSOE al que, sólo les falta culpar de las siete plagas de Egipto.
De modo que, después de las conversaciones, la cosa sigue igual; no estamos mejor ni peor que ayer por más que el Zapatero lo afirmara erróneamente y que Rajoy nos quiera hacer creer lo contrario. La sangre vertida sigue siendo roja y no menos nuestra por el hecho de que muertos fueran emigrantes. En cuanto a la responsabilidad o, mejor dicho, la imposibilidad, la frustración, de acabar con ETA, recae sobre todos los gobiernos de la Democracia aunque la actual Oposición pretenda inhibirse.
Pero, error por error, cuando Mariano Rajoy se atreve a afirmar que “si no caen las bombas es porque usted –Zapatero- cede y, si caen, es porque usted –Zapatero- fracasa”. Un acto fallido que es la confirmación de una sospecha: que la prioridad de la Oposición, desde el principio de la legislatura, ha sido acabar con el Gobierno antes que con el terrorismo, admitiendo implícitamente que el fracaso de éste habría de allanar el camino a la Moncloa. Si no, ¿a qué se debe esa actitud de cerrazón absoluta a cualquier iniciativa, sea cual sea, desde el primer día de gobierno del PSOE?
Se cuenta de un diputado de la República que en el momento de ser instado a votar una moción, tan distraído como estaba, respondió: “No sé, pero me opongo”.
¿No les recuerda a alguien?

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