miércoles, 7 de febrero de 2007

OPINION


EL FACTOR HUMANO
...
Eduardo Bajo A.
...
Me permito utilizar las palabras de Graham Green porque, más que el título de una espléndida novela, es una frase acuñada para múltiples aspectos de la vida.
No dejo de extrañarme de la reiterada actitud anti-gobierno ejercida por la Conferencia Episcopal, siempre a instancias del Partido Popular, y la Asociación de –algunas, que no todas- Víctimas del Terrorismo.
En los últimos tiempos de la Dictadura, hubo muchas manifestaciones reclamando democracia, libertad, amnistía y autonomías. Unos valores en los que hemos alcanzado unas cotas bastante altas. Los estudiantes compartían las causas de los obreros y, en Asturias, la huelga de la minería era sentida por los universitarios como propia. Algaradas, carreras, proyectiles de goma, toletazos y detenciones.
En una de aquellas manifestaciones un grupo que, ante la carga policial, quedó desgajado de la masa y rodeado por ambas entradas de una calle, nos metimos, como último recurso, en un portal. No había salida y, aterrorizados, esperábamos la inminente llegada de los grises que nos sacaran a ostia limpia y, con las mismas maneras, nos metieran en un furgón, y siguiera un proceso que solía acabar con una cuantiosa multa o varios meses en chirona.
El tiempo pareció detenerse y nuestro miedo llegó al paroxismo cuando vimos el uniforme gris de un descomunal policía que, al vernos debajo de las escaleras, levantó la porra y se detuvo para mayor angustia nuestra. De repente, el hombre, pareció cambiar de actitud; bajó el amenazador brazo y, con una voz que no correspondía a la situación de pánico que vivíamos, nos dijo: “¡Marchaivos, fíos, y no meterse más en líos”.
Cuando la situación volvió a la calma, en el Manolo -una vieja sidrería- comentamos el hecho y pensamos que aquel hombre quizá hubiera equivocado la profesión; que posiblemente pensara que su trabajo consistía en detener delincuentes y no aporrear a estudiantes inconformistas; pero, me inclino a pensar que un hijo suyo estuviera corriendo entre nosotros y gritando a favor de la libertad. En todo caso, el factor humano, jugó en nuestro favor.
Hoy, repasando las imágenes de la manifestación del PP y los obispos, en Madrid, con sus gritos terribles de “Zapatero al agujero”, de odio, visceralidad y bilis he sentido escalofríos; el miedo que no sentí, mientras el régimen agonizaba, en aquellas revueltas y escaramuzas en las que siempre se escapaba una “bala perdida” que, casualmente, segaba la vida de algún estudiante. A pesar de todo, ha valido la pena.
Por cierto, cuando luchábamos por el advenimiento de la democracia, que hoy se desprecia desde los sectores más reaccionarios de la sociedad, no vi a ningún obispo, ni escuché la llamada de la Conferencia Episcopal en los medios y púlpitos de España.
Me pregunto: “¿Dónde estaban?”
Y respondo: “En el mismo sitio que hoy”.

courses: formation qualité et gestion de production
Estadisticas y contadores web gratis
Estadisticas Gratis