EDITORIAL
La violencia, execrable y repugnante en cualquiera de sus fórmulas, lo es aún más cuando tiene un origen terrorista. El nuevo atentado de la banda terorista ETA en Madrid, con el que rompe su tregua, supone un ataque directo a toda la socidad, resida donde resida, y tenga el signo político que tenga. La condena, por lo tanto, debe ser expresada desde todos y cada uno de los puntos de esta sociedad. Quede aquí constancia de nuestra repulsa hacia quienes creen que la violencia tiene más fuerza que las palabras.
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