sábado, 24 de marzo de 2007

FIN DE SEMANA / 'Transcantábrico', un 'lujo' que merece la pena ser disfrutado, con León como punto de partida


En Feve se mima al «Transcantábrico», netamente
ligado a León, como producto emblemático muy
alejado de su mayor área de negocio
el transporte de mercancías
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Ocho de la mañana. Un hombre perfectamente uniformado recorre el estrecho pasillo que separa las suites. Lleva una campanilla dorada en la mano que no deja de hacer sonar. Así se despierta en el «Transcantábrico». El tren de lujo que Feve puso en marcha en 1992 y que, bajo el espíritu de la belle époque y en sus salones diseñados en los años veinte, transporta todos los años y de abril a octubre alrededor de 2.600 personas. La campanilla se aleja por el pasillo y, por si el tintineo no es suficiente, el hilo musical se enciende solo. Suena «My heart will go on», tema estrella de la banda sonora de «Titanic» quizá para reforzar el lema del «Transcantábrico»: «Un crucero sobre raíles», que aparece por todas partes. El tren duerme todas las noches amarrado a la estación, pero la campanilla es el aviso de que la máquina empieza a desperezarse. Son doscientos cincuenta metros de serpiente azul. Sobre una vía de un metro el tren se desarrolla a lo largo pero no a lo ancho. Menos de dos metros y medio de lado a lado hacen que la estructura y servicios se ajusten al milímetro. Todo es a medida y quizás por ello se consigue que el compartimento sea una obra de ingeniería del ajuste en el que se logra meter una cama matrimonial de 1,20 de ancho y 1,85 metros de largo, armario empotrado, nevera, caja fuerte, una pequeña mesita y un baño más que completo, con una ducha de hidromasaje con todos los chorros del mundo y sauna incorporada. Los empleados del «Transcantábrico» están acostumbrados a una de las preguntas habituales en el primer día de viaje: ¿Y el papel higiénico? Es un ejercicio de exclusión habitual. Tras abrir y cerrar todo lo posible, aparece detrás de una de las puerta.
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25 suites para encantar
Las camas de las 25 suites del tren están dirigidas hacia la ventana. Las cortinas siempre retiradas. León, País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia pasan por delante de la cama. De León a Santiago serán ocho días, con siete noches a bordo. En época de altas velocidades el «Transcantábrico» echa el freno y tarda una semana en recorrer mil kilómetros a una velocidad que oscila entre los cincuenta y los setenta kilómetros por hora. En el «Transcantábrico», como en la vida, lo importante es el recorrido y no el destino. Eso es lo que piensan los viajeros de este tren. Con una edad media de entre 50 y 55 años y habitualmente en pareja, pagan entre 3.300 y 2.200 euros por persona, dependiendo de si ocupan de forma individual una suite o si, en cambio, la comparten. En el precio van incluidas las comidas en los mejores restaurantes que caen a su paso, en un ejercicio de hedonismo gastronómico que hace que todos los viajeros se bajen, al cabo de una semana, con un par de kilos más de peso que, por una vez, no va necesariamente en sus maletas. En Feve se mima al «Transcantábrico» como producto emblemático, muy alejado de su mayor área de negocio, el transporte de mercancías. Quizá por eso cambian el tono cuando cuentan los resultados de los últimos años. El tren está de moda. En 2003 el viaje de lujo por las vías del Norte estaba en un momento bajo, con un 52 por ciento de ocupación media. El «Transcantábrico» producía pérdidas. En 2006 se logró una ocupación del 83 por ciento y probablemente para esta temporada la tendencia siga al alza. En sólo tres años los ingresos se duplicaron, pasando de 1,9 a cuatro millones. El encanto de un viaje legendario a través de las tierras del Norte parece de nuevo el principal reclamo de un tren que admite a cincuenta viajeros que, cuando dejan sus suites, disfrutan con cuatro coches salones donde desayunan, juegan al bridge o bailan en las noches del «Transcantábrico.
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Modernos coches de 1920
Los cuatro coches, fabricados en Gran Bretaña en 1920, iban a ser vagones de lujo para el metro londinense, pero acabaron sus días recorriendo la España del Norte por la mítica línea de vía estrecha. El viaje combina raíles y carretera. Un autobús sigue constantemente al tren. Sirve de apoyo en tierra en cada una de las paradas. Hoy toca Luarca. Javier, el conductor, espera al pie de las escalerillas del autobús. Con la cabeza ligeramente inclinada da la mano para ayudar a cada una de las mujeres que bajan. Así es la vida en el «Transcantábrico».
La expedición a bordo del Transcantábrico (que el pasado fin de semana pudo ser disfrutada por diversos invitados, entre ellos un representante de 'lahoraleonesa.es') dura ocho días y siete noches, que los pasajeros aprovechan para descubrir el patrimonio cultural de las comunidades del norte peninsular y León. El viaje inaugural se realizó en 1982. La suite doble cuesta 2.200 euros por persona y la individual, 3.000.

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