OPINION
En mi nombre sí (III)
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Juan García Campal
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Aquí me tienen un día más hablándoles de mis silencios de antaño; callaba, otorgaba, y no me desdigo. Lo de “hablándoles” es un decir, a lo claro está que lo que hago es pensar en voz alta, recordar y, de paso, escribírselo.
¿Me arrepiento de haber guardado silencio durante 1997 –insisto, con respecto a la política antiterrorista del Gobierno del Partido Popular, presidido por Aznar? No. Jamás me dio por pensar que los 27 traslados de presos etarras, de los que seis estaban en cárceles fuera de la península y los 16 tercer grado concedidos en ese mismo año, obedeciesen a otra cosa que al mejor hacer y entender del Gobierno su política –e insisto de nuevo, con arreglo a la Constitución y a las leyes-. Y eso que no había sido un año permitiese para nada mantener una mínima esperanza de entrada en razón de la banda terrorista ETA, que durante el mismo había asesinado a 11 personas (¿he de poner fechas y nombres? No lo estimo preciso. Todos tenemos memoria, por más que parezca que algunos no, que renuncian a ella, aunque quizás solo sea amnesia funcional, o de conveniencia.
Igualmente, tampoco me arrepiento de los silencios mantenidos con respeto a la política antiterrorista del Gobierno Aznar cuando, a raíz de la tregua indefinida declarada por la banda terrorista ETA en septiembre de 1998, leí en El Mundo del 16 de septiembre que “Aznar promete flexibilidad si la tregua de ETA se “consolida”” y cómo decía que “asumirá su responsabilidad frente a los “nuevos horizontes” que de buena fe puedan abrirse”. A aquellas alturas del año ETA había asesinado a 6 personas, la última el 25 de Junio. Y callé porque que el Presidente del Gobierno, Aznar, “adelanta(se) un día su regreso y anuncia(se) una ronda de conversaciones con todos los partidos democráticos” (mismo diario, misma fecha) me daba idea de su voluntad negociadora en pro de la paz.; porque creía, como ahora sigo creyendo, que “la tregua (era, es) un éxito de todos los demócratas”, tal y como titulaba el diario El Mundo del 18 de septiembre de 1998 un artículo en el que además se decía: “Conviene que nadie se engañe: si ETA decidió ayer declarar una tregua indefinida, es porque las fuerzas democráticas, y el propio Estado, le han hecho bajar –ya veremos hasta que punto- a tierra. Es un éxito de la firmeza de las fuerzas democráticas, más sólida de lo que a veces podría suponerse. Y es también sin duda, un éxito de la acción policial y judicial”. Y paradójicamente, continuaba: “Podrá parecer paradójico a más de uno, pero es forzoso reconocer que esa labor ha sido complementada por la de los partidos nacionalistas, que, entretanto, han logrado demostrar al llamado Movimiento de Liberación Vasco que tenía otro camino abierto, perfectamente transitable: el de la labor política pacífica. A ellos corresponde también una parte apreciable del éxito.”
¿Grité, vociferé, insulté, cuando tras leer (El Mundo 16.11.98) que “ETA no negociará hasta que el Gobierno mueva a los presos”, leí (El Mundo 18.11.98 Proceso de paz / primeros pasos) “el Gobierno estudia traslados de presos de ETA antes de Navidad? No, con mi silencio, otorgué mi democrática confianza en el Gobierno del Partido Popular, en el Gobierno de Aznar.
¿Grité, vociferé, insulté, cuando, leí (El Mundo 19.12.98) “Interior mueve ficha y traslada a los etarras más duros”? No, con mi silencio apoyé esas decisiones, porque las consideraba de la exclusiva competencia del Gobierno y creí, y creo, que tomadas en el más escrupuloso respeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, aun cuando entre los beneficiados de los traslados estaban, entre otros: Txikierdi, condenado a 500 años de cárcel; Zabarte Arregui, a 300 años; Domingo Troitiño, a 1000 años; Esteban Nieto, a 800 e… Ignacio de Juana Chaos.
Acabo como ayer. ¿Eran las circunstancias más favorables a la paz que hoy? ¿Alguien me puede afirmar que sí? ¿Han cambiado las circunstancias para mejor, si así se les puede llamar, o ha cambiado el Partido Popular, él sabrá porqué razones o estrategias, para peor?
Mientras sigo esperando las respuestas, “la fuerza de los argumentos”, sigo diciendo que sí, en mí nombre sí, el Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y su Gobierno puede y debe seguir buscando la solución definitiva al conflicto terrorista, sujetos, como yo, como todos, a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
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Juan García Campal
http://juancampal.blogspot.com
¿Me arrepiento de haber guardado silencio durante 1997 –insisto, con respecto a la política antiterrorista del Gobierno del Partido Popular, presidido por Aznar? No. Jamás me dio por pensar que los 27 traslados de presos etarras, de los que seis estaban en cárceles fuera de la península y los 16 tercer grado concedidos en ese mismo año, obedeciesen a otra cosa que al mejor hacer y entender del Gobierno su política –e insisto de nuevo, con arreglo a la Constitución y a las leyes-. Y eso que no había sido un año permitiese para nada mantener una mínima esperanza de entrada en razón de la banda terrorista ETA, que durante el mismo había asesinado a 11 personas (¿he de poner fechas y nombres? No lo estimo preciso. Todos tenemos memoria, por más que parezca que algunos no, que renuncian a ella, aunque quizás solo sea amnesia funcional, o de conveniencia.
Igualmente, tampoco me arrepiento de los silencios mantenidos con respeto a la política antiterrorista del Gobierno Aznar cuando, a raíz de la tregua indefinida declarada por la banda terrorista ETA en septiembre de 1998, leí en El Mundo del 16 de septiembre que “Aznar promete flexibilidad si la tregua de ETA se “consolida”” y cómo decía que “asumirá su responsabilidad frente a los “nuevos horizontes” que de buena fe puedan abrirse”. A aquellas alturas del año ETA había asesinado a 6 personas, la última el 25 de Junio. Y callé porque que el Presidente del Gobierno, Aznar, “adelanta(se) un día su regreso y anuncia(se) una ronda de conversaciones con todos los partidos democráticos” (mismo diario, misma fecha) me daba idea de su voluntad negociadora en pro de la paz.; porque creía, como ahora sigo creyendo, que “la tregua (era, es) un éxito de todos los demócratas”, tal y como titulaba el diario El Mundo del 18 de septiembre de 1998 un artículo en el que además se decía: “Conviene que nadie se engañe: si ETA decidió ayer declarar una tregua indefinida, es porque las fuerzas democráticas, y el propio Estado, le han hecho bajar –ya veremos hasta que punto- a tierra. Es un éxito de la firmeza de las fuerzas democráticas, más sólida de lo que a veces podría suponerse. Y es también sin duda, un éxito de la acción policial y judicial”. Y paradójicamente, continuaba: “Podrá parecer paradójico a más de uno, pero es forzoso reconocer que esa labor ha sido complementada por la de los partidos nacionalistas, que, entretanto, han logrado demostrar al llamado Movimiento de Liberación Vasco que tenía otro camino abierto, perfectamente transitable: el de la labor política pacífica. A ellos corresponde también una parte apreciable del éxito.”
¿Grité, vociferé, insulté, cuando tras leer (El Mundo 16.11.98) que “ETA no negociará hasta que el Gobierno mueva a los presos”, leí (El Mundo 18.11.98 Proceso de paz / primeros pasos) “el Gobierno estudia traslados de presos de ETA antes de Navidad? No, con mi silencio, otorgué mi democrática confianza en el Gobierno del Partido Popular, en el Gobierno de Aznar.
¿Grité, vociferé, insulté, cuando, leí (El Mundo 19.12.98) “Interior mueve ficha y traslada a los etarras más duros”? No, con mi silencio apoyé esas decisiones, porque las consideraba de la exclusiva competencia del Gobierno y creí, y creo, que tomadas en el más escrupuloso respeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico, aun cuando entre los beneficiados de los traslados estaban, entre otros: Txikierdi, condenado a 500 años de cárcel; Zabarte Arregui, a 300 años; Domingo Troitiño, a 1000 años; Esteban Nieto, a 800 e… Ignacio de Juana Chaos.
Acabo como ayer. ¿Eran las circunstancias más favorables a la paz que hoy? ¿Alguien me puede afirmar que sí? ¿Han cambiado las circunstancias para mejor, si así se les puede llamar, o ha cambiado el Partido Popular, él sabrá porqué razones o estrategias, para peor?
Mientras sigo esperando las respuestas, “la fuerza de los argumentos”, sigo diciendo que sí, en mí nombre sí, el Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y su Gobierno puede y debe seguir buscando la solución definitiva al conflicto terrorista, sujetos, como yo, como todos, a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
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Juan García Campal
http://juancampal.blogspot.com
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