OPINION / RUGIDOS MAÑANEROS
2º aviso y ¡silencio!... al 3º,
devolución a los corrales
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Juan García Campal
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Se ha hablado, se ha escrito tanto sobre el popular guirigay, que las palabras han roto los límites provinciales y sus ecos han llegado a Valladolid, con perdón, capital de la comunidad autónoma, y desde allí, y como consecuencia del tajante "no quiero líos en León" indicado por el presidente Juan Vicente Herrera parece que nos vamos a quedar sin culebrón popular. Al menos esa es la intención, otra cosa es que se logre, y si sí se hace, al menos, de puertas afuera, que duda cabe que los teléfonos seguirán echando humo, que además en estas fechas puede quedar muy bien disimulado con el incienso.
El primer aviso o voz de alarma, previo a éste totalmente tajante, ya lo había dado Eduardo Fernández, quien, medio en serio, medio en broma (bromeó incluso con su cargo), hizo un llamamiento a la cordura para que "la gente se mantenga callada, porque ahora mismo no sabemos donde terminará todo esto", no sin poner, a continuación, el dedo en la llaga al decir claramente que "cada uno habla de acuerdo a intereses personales y es difícil de controlar".
Van dos avisos, con lo que se espera que no haya que oír el tercero y ver como alguien es devuelto a los corrales.
Pero en medio de tanta algarabía, se hacen oír unos silencios que, de elocuentes, dicen mucho a favor de quien los mantiene. Me refiero al de Javier García Prieto y si me apuran a los de Antonio Silván, a quien muchos (pero yo no te dije nada) echan de menos en la presidencia provincial y con el cual aseguran nada de esto estaría sucediendo.
Y estando así la cosa no me atrevo yo a pedirles que no dejen de ver el siguiente capítulo, aunque quizás si les pueda contar algo de lo que me radie el móvil, que por él es más difícil saber si se mantiene el silencio de los candidatos y sus voceros. Silencio que si lo unimos a lo dicho por Eduardo Fernández sobre lo de los "intereses personales", más que silencio de los candidatos será como "el silencio de los corderos".
Pero, ya saben, seguro que esto son elucubraciones y rarezas mías, vamos, un rugido mañanero.
¡Ring! ¡Ring! ¿Sí? ¿Te has enterado? ¿De qué? No, antes júrame que no dirás nada. Yo no juro. Prométemelo. Es lo mismo, sólo que en laico, además ¿me lo pides de verdad o para tranquilizar tu conciencia? Bueno, hombre, es que verás, es que...
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Juan García Campal
http://juancampal.blogspot.com/
El primer aviso o voz de alarma, previo a éste totalmente tajante, ya lo había dado Eduardo Fernández, quien, medio en serio, medio en broma (bromeó incluso con su cargo), hizo un llamamiento a la cordura para que "la gente se mantenga callada, porque ahora mismo no sabemos donde terminará todo esto", no sin poner, a continuación, el dedo en la llaga al decir claramente que "cada uno habla de acuerdo a intereses personales y es difícil de controlar".
Van dos avisos, con lo que se espera que no haya que oír el tercero y ver como alguien es devuelto a los corrales.
Pero en medio de tanta algarabía, se hacen oír unos silencios que, de elocuentes, dicen mucho a favor de quien los mantiene. Me refiero al de Javier García Prieto y si me apuran a los de Antonio Silván, a quien muchos (pero yo no te dije nada) echan de menos en la presidencia provincial y con el cual aseguran nada de esto estaría sucediendo.
Y estando así la cosa no me atrevo yo a pedirles que no dejen de ver el siguiente capítulo, aunque quizás si les pueda contar algo de lo que me radie el móvil, que por él es más difícil saber si se mantiene el silencio de los candidatos y sus voceros. Silencio que si lo unimos a lo dicho por Eduardo Fernández sobre lo de los "intereses personales", más que silencio de los candidatos será como "el silencio de los corderos".
Pero, ya saben, seguro que esto son elucubraciones y rarezas mías, vamos, un rugido mañanero.
¡Ring! ¡Ring! ¿Sí? ¿Te has enterado? ¿De qué? No, antes júrame que no dirás nada. Yo no juro. Prométemelo. Es lo mismo, sólo que en laico, además ¿me lo pides de verdad o para tranquilizar tu conciencia? Bueno, hombre, es que verás, es que...
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Juan García Campal
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