sábado, 17 de marzo de 2007

FIN DE SEMANA / LA OPINION


De la soledad del
candidato popular
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Juan García Campal
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Está el Partido Popular haciendo cierto aquello de que "nada une tanto como un enemigo común". Para algo es el legítimo representante de las derechas españolas. Otra cosa es lo que suceda de vuelta a casa. Eso ya es otro cantar. Lo digo más que nada por la unidad manifiesta, o encriptada (tache cada uno lo que prefiera), que se da en el PP de este León de mi residencia, ora (ordenanza reguladora del aparcamiento) et labora, o curro para entendernos.
Anda el alcalde y candidato, don Mario, intentando mejorar su imagen y la percepción por el común de vecinos de sus constantes desvelos y preocupaciones por todos nosotros y la ciudad toda (pre-contrato para adquirir el Teatro Emperador, mayores frecuencias de limpieza -sin contar el Campus de Vegazana- , supresión de la puerta al infierno o más allá del Jardín de San Francisco y su sustitución por dos al purgatorio, etc. etc.) y va su Jefa Provincial y deja caer como un aquel, un sin querer, que ella desea ir en la lista de número dos y que tiene interés en que también vaya en la lista Francisco Saurina.
¿Por solidaridad, porque están todos como una piña, por cubrirle las espaldas a Amilivia? No, que va, ni por asomo parece. La razón puede ser, no digo que sea por más que lo parezca, que, siendo las elecciones en mayo, y por si hiciera falta ("empate técnico" con el PSOE; ¿lo de técnico querrá decir a votos o a concejales?) poder demostrarle a alguien (supongamos a la UPL, ¿el PAL-UL ya no contará?) antes de celebrar cualquier fiesta (San Juan, por ejemplo) la realidad, el realismo de las buenas intenciones del Partido Popular, bien se les podría entregar en bandeja de plata la cabeza de don Mario. Todo esto, claro está, metafóricamente hablando, entiéndase.
Esto de la unidad, cuando no hay a quien gritarle, es un lío. Con compañeros así, para que querrá adversarios don Mario. Después le dirán que sonría, que sea cercano. Como para no cuidarse las espaldas está. Va a ser verdad que las matemáticas no engañan y que entre Ordoño II y el Edificio Europa hay (dependiendo del camino que se elija) varias distancias.
Pero seguro serán puras apariencias, estrategias para despistar a los partidos minoritarios, y, cómo no, cosas mías que soy de rosca inversa.
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Juan García Campal
http://juancampal.blogspot.com

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