jueves, 19 de abril de 2007

OPINION

Una alegría y
un lamento
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Juan García Campal
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La cosa parece que va mejor. Me refiero a mi resfrío. Y aunque ando para estos asuntos del cuelgue, bloguero por supuesto, más torpe aún de lo habitual -hoy, por ejemplo, soy incapaz de incorporar una imagen que anime algo esta entrada- ya parece que vuelvo a mi propio ser, lo que, por descontado, no significa que haya resuelto mis problemas de identidad y que ya me comprenda del todo, no. Además, qué sería de mí sin mis contradicciones. Si no me doy asilo a mí mismo, de seguro que me aborrecería. Pero, vamos, puedo afirmar que ya no me parezco en casi nada a ninguno de los tres griposos con que procuré alegrar un poco la sequía de estos días y de paso reírme un poco de mí mismo. Sólo de mí mismo, otro aún tendrá que esperar un tiempo.
Y aquí me tienen hoy revolviendo en los noticieros digitales. Y de ellos arranco el título de la entrada. La alegría, que también habría podido sustituir por un "no me lo puedo de creer", me la ha suministrado la noticia de la reunión de Mariano Rajoy con Josu Jon Imaz y Josep Antoni Durán i Lleida. Y digo que es alegría porque considero que siempre es más de celebrar el diálogo que los monólogos reticentes, cuando no excluyentes y descalificadores. Dialogando siempre se puede encontrar algún punto en común, por pequeño que sea. Sin diálogo tendemos, todos sin excepción, a enrocarnos en nuestras ideas y comenzar a crear paranoias de persecución. Sinceramente, celebro este encuentro.
El lamento viene por la retirada de la vida política -espero y deseo que temporal- de María San Gil. Aunque parece obvio que pocas pueden ser las cuestiones en que coincida políticamente con ella, esto no resta para nada el reconocimiento que merece como persona valientemente consecuente con sus ideas y en un medio -el País Vasco- no precisamente idóneo para el ejercicio de derechos y libertades. Mi lamento sincero por su dolencia y mi deseo de su recuperación. María San Gil es de esas personas que dan la cara y sólo por ello, por alejadas que estén nuestras posiciones, tiene mi admiración y mi respeto. ¡Salud, María!
Y les dejo, que alguno pensará cosas raras, y no es más que como muchas veces digo: lo cortés no quita lo valiente. ¡Salud, ahora, a todos! Sí, sí, a todos.
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Juan García Campal
http://juancampal.blogspot.com

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